BRASILIA

Brasilia es orden, geometría, racionalismo, pureza en las formas y en las líneas... un contrapunto radical a ese Brasil de desniveles, en todos los sentidos, y ritmos sinuosos que parecen no conocer la rectitud. La capital del mayor país de Latinoamérica está de aniversario y es la prueba de que existen varias versiones de Brasil. Entre ellas, una que comenzó siendo un sueño que parece no se puede cumplir.
30 de abril de 2020

Por Eva López Alvarez
Fotos Shutterstock

Organizar una convención o incentivo en Brasilia supone ofrecer la posibilidad de descubrir un Brasil muy diferente, contrapuesto al de destinos como Río de Janeiro o Salvador de Bahía. Es también la oportunidad de disfrutar de un Brasil de líneas rectas y racionalidad, alejado de la imagen que generalmente se tiene de un país asociado a los desniveles, y no solo geográficos.

Los grupos llegan principalmente vía Sao Paulo o Río de Janeiro. La mejor época para desplazarse a esta zona es de abril a septiembre, ya que de octubre a marzo se extiende la temporada de lluvias. 

Una utopía

Brasilia es una ciudad surgida de la nada en 1960 bajo las premisas urbanísticas de Lúcio Costa y los conceptos arquitectónicos de Oscar Niemeyer. Integraron en el proyecto las ideas de Le Corbusier, quien soñaba con crear una ciudad que sirviese de “máquina para vivir” construida a partir de una tabula rasa. Brasil contaba con ese espacio limpio ideal para desarrollar esta idea: la planicie central brasileña. 

El lugar elegido se encuentra a una hora y media de vuelo de Sao Paulo y desplazó oficialmente a Río de Janeiro como capital de Brasil el 21 de abril de 1960, por lo que celebra este 2020 sus 60 años de existencia.

La idea original se atribuye al conocido como Padre de la Independencia de Brasil, José Bonifacio de Andrada y Sila, quien a principios del siglo XIX ya soñó con hacer emerger de la gran llanura llamada Planalto Central una ciudad que respondiese a sus ideales de sociedad. Estos se basaban en una configuración urbanística y arquitectónica que fuese reflejo de la ausencia de divisiones sociales. Esta idea fue retomada ya en el siglo XX por Juscelino Kubitschek, responsable directo de la existencia de Brasilia.

El proyecto original sigue siendo claramente visible, sobre todo desde el cielo, en esa suerte de avión que penetra en el lago Paranoá, inexistente antes del proyecto. Hoy en día nadie duda en afirmar que la realidad social no se corresponde en absoluto con los planes originales. 

Declarada Patrimonio de la Humanidad en 1987, registra no obstante para sus casi 2,5 millones de habitantes una media de ingresos mucho más alta de la nacional, impactando de manera muy importante en el PIB brasileño. 

Pero esos ingresos no se reparten in situ según predijo Kubitschek. Cabe mencionar que el proyecto original estaba concebido para medio millón de habitantes. 

El centro de la ciudad sigue siendo el núcleo administrativo que concentra a los funcionarios del estado y las afueras, con construcciones que en su mayoría no corresponden al Plan Piloto original, el reflejo de la realidad de un destino en el que la línea recta a nivel social sigue formando parte de una utopía que se ha dejado de perseguir.

Destino MICE

El aeropuerto está a 15 kilómetros del inmenso centro, allí donde se concentra el interés de este destino desde el punto de vista artístico. Todo es amplio en una urbe concebida para los desplazamientos en automóvil. Por eso al contrario de lo que se percibe en otras ciudades de Brasil, con movimiento incesante de gente y multitudes ocupando los espacios urbanos comunes en todo momento, no hay un alma por las calles, ni de día ni de noche.

Los aficionados a la fotografía y la arquitectura encuentran aquí un paraíso en la tierra. Generando ese “avión” que penetra en el lago Paranoá, el centro de Brasilia cuenta 25 kilómetros de largo. El Eje Monumental, que constituye el cuerpo de la aeronave, es una calle de nueve kilómetros y seis carriles en cuyo centro se ubican las emblemáticas torres que integran las instalaciones del Congreso Nacional, la Explanada de los Tres Poderes, el Tribunal supremo Federal y el Palacio Planalto, sede presidencial, además del Palacio de Itamaraty y los diferentes ministerios. 

Todos estos edificios fueron diseñados por Niemeyer bajo un concepto de racionalismo y pureza en las formas que sigue generando cierta sensación futurista.

El gran Estadio Nacional de Brasilia Mané Garrincha, remodelado para el Mundial de fútbol de 2014 y utilizado actualmente para eventos multitudinarios, es el mayor venue del destino, con 72.000 plazas cubiertas y una atractivo del que pocos espacios tan grandes pueden presumir: el diseño permite la evacuación de todos los asistentes en tan solo once minutos. 

Precisamente las vistas del Estadio Nacional y el Eje Monumental Oeste decoran seis de las nueve salas de reuniones del B Hotel, inaugurado en 2018 y ya famoso por su diseño depurado con dominio de la línea recta. También por su azotea con piscina y vistas a la ciudad. Fue diseñado por Isay Weindfeld, una de los arquitectas brasileñas más premiadas del mundo, y cuenta con 306 habitaciones y un restaurante de cocina internacional.

El Centro de Convenciones Ulysses Guimaraes es el más grande de Brasilia y tercero de Brasil. Incluye áreas para ferias y cuatro auditorios, con capacidad para 2.886 personas en el mayor. También 13 salas modulables y capacidad máxima para 9.400 personas sentadas. 

Junto al centro de convenciones se encuentra el Clube do Choro, cita obligada para los grupos de incentivo que quieren descubrir los ritmos brasileños en directo. Sede de múltiples conciertos de música instrumental, conviene informarse de las citas semanales.

El Centro de Negocios Brasil 21 comparte complejo con el hotel Meliá Brasil 21 Convention Suites, en el ala sur del “avión”. Se ofrece como punto de partida para visitar los edificios administrativos más emblemáticos. Tanto el centro de convenciones como el hotel forman parte del Centro de Negocios Brasil 21.

La exclusiva suite presidencial de 302 m² y 16 habitaciones se ofrece para eventos y sesiones culinarias gracias a su comedor con capacidad para 10 comensales. Con 334 habitaciones y centro de negocios propio -con tres salas de convenciones y capacidad para 140 personas-, el hotel alberga además un gran gimnasio, piscina, y cuenta con bicicletas para pasear por esta ciudad que ha hecho de su centro una suerte de museo al aire libre que recuerda cada día la utopía que la hizo nacer.

La Torre de TV es el último gran venue que se construyó. Fue inaugurada en abril de 2012 y diseñada, como no podía ser otro modo, por Oscar Niemeyer. Su original forma de planta alberga un semicírculo a 60 metros de altura con espectaculares vistas del skyline de Brasilia. Es muy utilizada para cócteles al atardecer en grupos de máximo 90 invitados.

Niemeyer

La Catedral Metropolitana es una joya que brilla gracias a sus formas y las vidrieras de Mariana Peretty. Ocupan un impresionante espacio de 2.000 m2 en el que la luz natural invade a quien lo visita.

Solo con ver por fuera el edificio de la catedral el viajero se hace una idea de la singularidad de este templo. Las figuras de los cuatro evangelistas que invitan a adentrarse desde las rampas de acceso refuerzan esta impresión. El curioso campanario alberga campanas regaladas por el Gobierno español.

La visita de las “súper cuadras” concebidas por Niemeyer como espacios habitacionales es otro ineludible del destino. Permite descubrir la declinación doméstica de su filosofía arquitectónica inspirada en Le Corbusier. Según sus diseños, cada unidad de habitación comunitaria debía constar en un 80% de áreas verdes, de once edificios con seis pisos cada uno y ocho apartamentos en cada uno de ellos, además de escuela primaria, guardería infantil, centro cultural, iglesa, clínica y club deportivo. 

El proyecto original preveía 60 manzanas en cada ala del “avión”. Aunque este plano finalmente no fue respetado, se pueden visitar algunos de los modelos que debían repetirse hasta concretar la idea final.

Arquitectura modernista brasileña

A la hora de descubrir la arquitectura de Oscar Niemeyer, actividad ineludible en Brasilia, el Palacio Itamaraty, o Palacio de los Arcos, forma parte de las visitas más solicitadas. Es actualmente sede del sede del Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil y su decoración interior, repleta de obras de arte, y el paisajismo del entorno, refuerzan la singularidad de este edificio. Es una lástima que el vestíbulo no pueda ser utilizado para eventos. Se trata de un espacio diáfano con una escalera que parece salida de la imaginación de Leonardo da Vinci.

Muy cerca se encuentra la impresionante Explanada de los Tres Poderes, en el extremo oriente del Plan Piloto original y ocupando un enorme espacio abierto. Lúcio Costa lo diseñó con la intención de hacer de este lugar una especie de Versalles brasileño que en lugar de concentrar a la aristocracia sirviese para reunir a todos los habitantes. Los edificios que presentan a los poderes del estado no deben sobresalir uno por encima de otro, siguiendo la idea de justicia social de la que Brasilia debía ser ejemplo.

Merece tener en cuenta que no hay árboles que aporten sombra y es ineludible el recorrido por la plaza una vez llegada la noche, cuando las iluminaciones parecen hacer flotar  los edificios que alojan a los poderes ejecutivo (Palacio del Planalto), judicial (Tribunal Supremo Federal) y legislativo (Congreso Nacional).

Lago Paranoá

En la capital administrativa de Brasil no solo se puede disfrutar de su curioso urbanismo y arquitectura. En el lago Paranoá se organizan actividades de teambuilding como regatas de vela, sesiones de pesca deportiva y otros deportes acuáticos. 

Se trata de un lago artificial que nació con la ciudad mediante la presa construida en el río que lo bautizó y tiene 80 kilómetros de diámetro. En torno a el se encuentran algunos de los mejores hoteles de Brasilia.

El Brasilia Palace, el más antiguo de la ciudad inaugurado en 1958, rinde culto a Oscar Niemeyer, diseñador del recinto. Cuenta con 156 habitaciones y tres espacios para eventos con posibilidad de organizar cócteles en el exterior para un máximo de 350 invitados.

También en las orillas del Paranoá, los hoteles Golden Tulip y Royal Tulip Brasilia Alvorada, inaugurados en los años 2000 y 2011 respectivamente, comparten espacio junto al lago y son un homenaje al diseño más vanguardista, de la mano de Ruy Otake. El Golden Tulip, de cuatro estrellas, cuenta 448 habitaciones y apartamentos. El Royal Tulip Brasilia Alvorada, con 395 habitaciones, tiene embarcadero propio y la tercera suite presidencial más grande de Latinoamérica. Un VIP Lounge se ofrece para pequeñas reuniones. Su atmósfera de resort hace olvidar que lo que parece el vecino mar son en realidad las aguas del lago.

Ambos establecimientos comparten centro de convenciones con anfiteatro de 426 plazas, 12 salas de reuniones sin luz natural para sesiones de entre 33 y 245 asistentes y ballroom con capacidad máxima para 1.500 delegados en teatro. 

El cercano Palacio da Alvorada, posible de visitar los miércoles, es otro de los atractivos turísticos de Brasilia, residencia oficial del presidente de Brasil y otra de las joyas arquitectónicas diseñadas por Niemeyer. Está considerado uno de los mejores ejemplos del modernismo arquitectónico en su versión brasileña. 

También cerca del lago se sitúa el Centro Internacional de Convenciones de Brasil (CICB) con capacidad para eventos de hasta 10.000 participantes.  La mayor de las salas puede recibir a más de 3.500 personas en auditorio. En el restaurante panorámico se organizan comidas para grupos de hasta 1.000 comensales.

Galería de arte al aire libre

Sobrevolar la ciudad en helicóptero es uno de los incentivos más exclusivos y más interesantes. Las obras únicas de la ciudad no se limitan al Eje Monumental, la Explanada de los Tres Poderes y sus alrededores. El puente dedicado a Juscelino Kubitschek, que parece surcar las aguas del lago Paranoá en solo dos saltos, es especialmente bonito desde el aire. 

El recorrido no es un simple paseo: es un recorrido en un museo al aire libre desde el aire. Los grupos pueden iniciar la visita partiendo en helicóptero del mismo aeropuerto, para una primera e impresionante visión de un destino sin duda sorprendente. 

Y es que los locales describen Brasilia como una galería de arte a cielo abierto. No les falta razón. Tampoco cuando invitan también a reflexionar sobre los sueños que no han podido ser cumplidos.

Información práctica

– Huso horario: GMT -3
– Moneda: Real brasileño (BRL)
– Tipo de enchufe: Tipo N – 127/220 V
– Código telefónico: +55
– Más información:
BRASILIA Y REGIÓN CONVENTION & VISITORS BUREAU
Paulo Palhas
Director Ejecutivo
Tel: + 55 61 99987 0728
paulo.palhas@brasiliaconvention.com.br
www.brasiliaconvention.com.br

Teambuilding en Brasilia

Tesoros artísticos
Los Jardines de Burle Marx, albergan esculturas, murales… de artistas relevantes  que se prestan para una búsqueda del tesoro que se convierta además en un recorrido por la historia de la ciudad y los movimientos artísticos ligados a este lugar.

Regatas en el lago
En el lago Paranoá es posible organizar regatas que culminen en un cóctel acompañado de batucada y samba en la orilla en el momento de la puesta de sol de Brasilia, para los locales entre las mejores que se pueden disfrutar en Brasil. 

Cocina de Goiás
El vecino estado de Goiás es famoso por su cocina, muy influenciada por la de Salvador de Bahía y Minas Gerais, en la base de un abanico de platos propios entre los que destaca el famoso arroz de pequí que los grupos pueden elaborar durante una clase dedicada.

Torneo de golf
Brasilia cuenta con un campo de golf de 18 hoyos con vistas al puente Juscelino Kubitschek,  cuyo diseño fue incluido en los primeros planos de la ciudad. Desde el se pueden apreciar bonitas vistas del Plan Piloto que dio lugar a Brasilia.

Una nueva sociedad



Para urbanistas y arquitectos el experimento que se desarrolló en Brasilia supuso la realización de un nuevo concepto de modernidad declinado en forma de ciudad. Resulta muy interesante la vertiente social de un proyecto que, si bien 60 años después demuestra ser algo muy alejado a lo inicialmente previsto, incluye un concepto de la vivienda muy particular. 

Se basa en las ideas de Le Corbusier, para quien los espacios habitacionales destinados a tener alta densidad de ocupación debían ser edificios sin ninguna diferencia entre ellos, evitando de este modo la jerarquización social. Se distribuyen dentro de amplias zona verdes -permitiendo que cada apartamento goce de la mayor cantidad de luz natural posible y se evite el ruido- como parte de una cuadrícula cartesiana, generando que la ciudad funcione como una “máquina de vivir”.

Se pretendía por tanto que los principios de igualdad y justicia se transmitiesen en bloques de apartamentos que funcionan como una suerte de ciudad dentro de la ciudad, funcionando de manera vertical con espacios de entretenimiento para los niños a la entrada de los edificios. Con el tiempo se le ha criticado mucho la ausencia de espacios de encuentro entre vecinos. 

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