Por Eva López Álvarez
Santiago de Chile no parece una gran capital, más bien una ciudad tranquila a los pies de los Andes Centrales. Si se compara con otras grandes urbes latinoamericanas, hasta sorprende que la tercera parte de los habitantes de Chile, o lo que es lo mismo siete millones de habitantes, vivan en la capital. El pequeño, y único, aeropuerto internacional Arturo Merino Benítez, a 16 kilómetros del centro, refuerza esta impresión.
A pesar del tamaño, el aeródromo recibe a las grandes aerolíneas internacionales: Iberia conecta Santiago con Madrid en vuelo directo, Lan hace lo mismo desde Madrid y Barcelona, mientras que Air France vuela sin escalas desde París y KLM lo hace desde Ámsterdam. Aeroméxico, Avianca, Copa, Lan, Peruvian y Tam se encargan de conectar con rutas directas a la capital del país andino y las principales ciudades latinoamericanas. Air Europa vuela desde Madrid vía Salvador de Bahía. El mapa de conexiones aéreas va camino de ser ampliado gracias a las operaciones que United anunció para comienzos de 2015 a través de su hub de Houston.
En la horas punta, el tráfico recuerda que Santiago de Chile es una gran ciudad. Fuera de ese tramo horario, la ausencia de bocinas y prisas, además de la omnipresencia de la alta montaña, transmite al extranjero parsimonia y sencillez: una sensación que se acentúa con el acento pausado de los chilenos. La más norteamericana de las ciudades del sur de América se ofrece como un destino cuyas puertas están abiertas para las empresas.
Estabilidad económica
La fiabilidad financiera es lo que muchos receptivos destacan en un país que conoce niveles de inflación que podrían ser europeos y cuenta con una moneda, el peso chileno, de valor estable. Esta realidad y la prosperidad del sector minero han consolidado a Santiago y a Chile entre los destinos mejor considerados para hacer negocios, muchos vinculados a los recursos naturales del país.
Según el último ranking de América Económica, en que se clasifican los puntos de inversión y negocios en función de criterios sociales, políticos y económicos, así como los servicios bancarios u hoteleros que ofrece, Santiago de Chile solo fue superado por Miami como destino más fiable de Latinoamérica.
Las multinacionales instaladas en el país, y el cada vez más nutrido grupo de consorcios chilenos que invierten en Chile y en el extranjero, están detrás de la mayoría de convenciones y eventos de empresa organizados. Sin embargo, el país quiere hacerse un hueco entre los organizadores iberoamericanos e internacionales, conscientes del potencial de Chile para este segmento. Y defienden la garantía en los precios y la relación entre éstos y la calidad como principales argumentos de venta.
Aunque muy orientados a la promoción de cara a los congresos, los siete convention bureau chilenos están apostando fuerte por la profesionalización de los proveedores y el desarrollo de actividades de incentivo y team building que sirvan para impresionar a los grupos. Algo fácil de conseguir dada la belleza y diversidad de lugares donde se pueden organizar.
Calidad hotelera
La capital cuenta con una completa, y creciente, infraestructura hotelera. Los que que ya son clásicos de la oferta, como el San Cristóbal Tower que fue inaugurado hace 15 años, siguen manteniendo los estándares de la hotelería de mayor calidad y más actual. Es el único hotel en Chile de The Luxury Hotels, la marca más exclusiva del grupo Starwood, con 139 habitaciones y magníficas vistas del distrito financiero. Es imposible no distinguir el barrio donde se mueve la economía chilena ya que está coronado por el nuevo icono de la ciudad: la Gran Torre Santiago, de 60 pisos, sobre el centro comercial Costanera Center, hoy por hoy el mayor mall de Latinoamérica.
San Cristóbal Tower comparte centro de convenciones con el Sheraton Santiago, de 357 habitaciones: en total se ofrecen 25 espacios para eventos con capacidades entre 10 y 800 personas. El agradable jardín con piscina junto al cerro San Cristóbal se utiliza para almuerzos privados al aire libre o actividades de team building.
El Intercontinental Santiago Hotel & Convention Center fue renovado en 2010 y el resultado es una impresionante fachada vegetal que da lugar al jardín vertical más alto del mundo, nada menos que de 16 pisos. Además de las habitaciones, los 20 salones también fueron remodelados y pueden albergar eventos para un máximo de 650 personas en formato teatro.
De paseo
El paseo por el centro de la capital forma parte de muchos programas de incentivo. Además de los edificios emblemáticos, con el Palacio de La Moneda, sede del gobierno nacional, a la cabeza, los paseos suelen incluir una comida en el Mercado Central, donde apreciar la gran cantidad de enormes frutos del mar que consumen los chilenos. En pleno centro, en la Avenida Alameda y muy cerca del edificio presidencial, el hotel Plaza San Francisco recuerda la relación privilegiada que Chile vivió durante muchos años con el Reino Unido. El estilo british clásico se reconoce en cada una de las 146 habitaciones y diez espacios para eventos, en los que se reciben grupos hasta 350 personas.
Lo mejor de los barrios de Santiago de Chile es su diversidad y su vida nocturna. Para las compras, Vitacura y Alonso de Córdova reúnen lo más exclusivo del diseño local e internacional. A la hora de disfrutar del ambiente capitalino, nada como perderse por las calles de Bellavista al final del día. En este barrio está La Chascona o casa-museo dedicada a Pablo Neruda: aquí residió el poeta dando rienda suelta a su imaginación a la hora de decorar los diferentes rincones. También se conservan numerosos regalos y testimonios de artistas e intelectuales de su época que formaron parte de su círculo de amistades.
Hoteles de diseño
Frente al clasicismo tan bien preservado de muchos hoteles, que parece ajustarse a la perfección al carácter tranquilo de los locales, destacan propuestas como el W. Es testimonio de la modernidad y efervescencia que muchos admiran en la capital chilena. Inaugurado en 2009 con 196 habitaciones en el exclusivo barrio Las Condes, de momento es el único hotel de la marca en Latinoamérica. Cada piso responde a una temática, siempre con el diseño más vanguardista como hilo conductor. En el 21 se está renovando la magnífica terraza que se podrá utilizar para fiestas. Para grandes convenciones y congresos, el W cuenta con el mayor espacio del país en el interior de un hotel, alcanzando una capacidad de 1.200 asistentes en auditorio.
En Alonso de Córdova, calle conocida por sus boutiques de primeras marcas de diseño internacionales, se inauguró hace tres años el Noi Vitacura, otro ejemplo de vanguardismo aplicado a la hotelería. En este caso, la madera y la claridad predominan en las 87 habitaciones. La terraza con piscina privatizable en el piso nueve es muy demandada para fiestas hasta 100 personas. Los salones para eventos pueden reunir entre ocho y 200 participantes en un evento.
Espacios para eventos
Casa Piedra es el primer lugar destinado a eventos de empresa que se inauguró en Chile, en 1994. Puede albergar hasta 2.000 personas en convención. Los actos más grandes, como las ferias de referencia en el sector vitivinícola y minero, se organizan en Espacio Riesco. Los 38.000 m² interiores y 170.000 m² exteriores destinados a salones y exhibiciones se completan con un bonito centro de convenciones de ladrillo visto. En su mayor espacio puede albergar hasta 6.500 personas simultáneamente. El foyer con columnas es muy utilizado para fiestas.
A una hora
Además de las numerosas propuestas culturales y la vida nocturna de la capital, uno de los atractivos que hacen de Santiago un destino único es su cercanía a un amplísimo abanico de paisajes y actividades que organizar en ellos. A una hora de trayecto por carretera se puede elegir entre el mar en Valparaíso, primer puerto del país, y Viña del Mar, o la montaña en los Andes Centrales.
En Valparaíso se pueden organizar desde búsquedas del tesoro a través de las que descubrir espacios catalogados como Patrimonio de la Humanidad, hasta salidas marítimas para disfrutar de las puestas de sol en el Pacífico o degustaciones de marisco con vino chileno.
La degustación de los caldos nacionales también se puede organizar a una hora de la capital, en alguno de los viñedos del valle del río Maipo, en el que Santiago se ubica. Varias bodegas están consideradas Monumento Nacional y ofrecen propuestas relacionadas con el descubrimiento de la cultura vinícola chilena y las cepas de la zona. La uva carménère, aunque originaria de Burdeos, es emblemática de Chile.
Pero aún hay más: también a una hora se encuentra el Cajón del Maipo y las cumbres con glaciares de la reserva El Morado. Tras una sesión de trabajo en la capital, los grupos pueden reforzar lazos haciendo rafting, paseando por la montaña o admirando los ríos de hielo que parecen colgados de los Andes Centrales.
Marrones o verdes
Aunque Chile es un país muy estrecho y largo, la amplia red de conexiones aéreas permite descubrir fácilmente paisajes completamente diferentes según hacia dónde apunte la brújula. Y no es necesario desplazarse hasta San Pedro de Atacama o Punta Arenas, en los extremos norte y sur respectivamente, para rodearse de marrones o verdes. A menos de una hora de vuelo se encuentran dos ciudades que sirven de entrada a dos paisajes únicos: el desierto de Atacama, el más árido del planeta, y la Patagonia Chilena, entre los espacios más verdes del mundo.
La Serena
La segunda ciudad más antigua del país es la puerta de entrada al desierto y el mejor punto de partida para disfrutar del turismo astronómico. Lan y Sky Airlines ofrecen conexiones diarias desde la capital en trayectos de una hora.
Cuenta con hoteles que pueden albergar sesiones de trabajo, como el Hotel Costa Real, de 51 habitaciones y terraza ajardinada para cócteles hasta 220 personas. En su mayor salón puede recibir 115 personas en
teatro.
Se ubica en el centro, que conserva algunos edificios coloniales e iglesias de piedra, aunque poco dejaron los piratas que atacaron en numerosas ocasiones la ciudad.
El Hotel Club La Serena cuenta con 96 habitaciones y ocho salones con capacidades entre 22 y 1.200 asistentes. Ofrece una entrada independiente para la zona de eventos y se pueden organizar barbacoas en el jardín-piscina.
El Enjoy Casino Coquimbo es el mejor hotel de la zona, también junto a la playa de siete kilómetros que comunica las poblaciones de La Serena y Coquimbo. Con 111 habitaciones, es otro ejemplo de hotel chileno que, sin ser nuevo, lo parece. La terraza privatizable con vistas al mar se presta a eventos nocturnos para 400 invitados. En el interior, el ballroom para 350 personas en teatro se puede dividir en tres espacios.
En el Club House La Serena Golf se pueden organizar clases junto al océano, además de torneos de fútbol o tenis. El restaurante se presta para cenas de clausura de cualquier evento que aglutine hasta 300 personas.
Uno de los mayores atractivos de la costa en esta zona del país son las magníficas puestas de sol: al final del día el Pacífico, siempre con olas, se vuelve naranja gracias a un cielo repleto de tonalidades de color: un elemento decorativo de primer orden para cualquier cóctel que sirva de cierre a una jornada de trabajo.
Con las estrellas
Sin embargo, lo más destacado de La Serena, más allá de su mar y sus atardeceres, es su cielo. Las montañas circundantes albergan numerosos observatorios astronómicos. El motivo: más de 300 noches al año los cielos están despejados, por lo que esta zona está considerada como el mejor lugar del hemisferio sur para el estudio del universo.
A tan solo 50 kilómetros de la ciudad comienza el ascenso hasta uno de los observatorios más famosos del mundo: Gémini Sur, a 2.700 metros de altura. Los organizadores deben solicitar con antelación la visita de este lugar restringido que permite, a los más afortunados, acompañar la visita con explicaciones de los astrónomos; incluso organizar la estancia durante la noche, cuando el techo de la estructura se abre para captar lo mejor del panorama estelar. Los grupos no pueden superar las 20 personas.
La observación del cielo también forma parte de programas menos científicos, pero no por ello menos interesantes, como los que propone Alfa Aldea. Tras una breve introducción a la astronomía, los grupos se dividen para observar, en óptimas condiciones gracias a los telescopios propios, el cielo del momento. La observación se ameniza con aperitivos y canapés, además de cálidas mantas para que nadie sufra con el frío de la noche.
Valle de Elqui
La visita del cielo a través de las diferentes propuestas se puede acompañar de una degustación de los mejores productos de la tierra en el Valle de Elqui, uno de esos lugares del planeta en el que muchos han encontrado una magia especial que les ha invitado a quedarse a vivir. Sin que haya constancia de que el ingrediente más famoso de la zona tenga algo que ver, sin duda este valle es el sitio más recomendable para degustar el pisco, esa bebida cuya propiedad se disputan peruanos y chilenos.
Y es que en esta zona se produce el 50% del pisco nacional. La cooperativa Capel es uno de los centros de producción que propone una interesante visita que incluye el maridaje entre las mejores variedades de pisco y quesos o miel locales. Entre los meses de febrero y mayo se puede asistir a la vendimia.
El recinto cuenta con un espacio para eventos hasta 120 personas. La elaboración de diferentes cócteles a base de pisco forma parte de las actividades que también se pueden programar para grupos.
Temuco
Como no podía ser de otra manera, una hora de vuelo hacia el sur separa Santiago de Temuco, la puerta de la Patagonia chilena, con un paisaje que nada tiene que ver con el de los alrededores de la capital y aún menos con el del Valle de Elqui. El nuevo y flamante aeropuerto está operado por las compañías Lan y Sky Airlines, que conectan con la capital al menos cinco veces al día.
Temuco es la capital de la región de la Araucanía, poblada como su nombre indica de araucarias: esta región es el emblema del Chile de bosques, lagos y volcanes, territorio de los Mapuche y cuna de Pablo Neruda, que se formó en la ciudad como poeta. Una ruta turística recientemente creada recorre los lugares que inspiraron al artista. Entre ellos destaca el Museo Nacional Ferroviario, un viaje al pasado gracias a las antiguas locomotoras que se pueden privatizar para pequeños trayectos.
«Oh Chile, largo pétalo de mar y vino y nieve», decía Pablo Neruda sobre Chile. El país de las altas cumbres y el amplio mar fue cuna de dos premios Nobel de la literatura. Varias rutas turísticas se ofrecen para los viajeros deseosos de profundizar en la vida del poeta y Gabriela Mistral.
Los emblemas de la cultura chilena pueden ser el eje temático de una actividad en grupo: por qué no ejercitar las dotes orales con un team building que incluya la lectura de extractos de ambos autores en marcos naturales idílicos.
Patagonia chilena
Es uno de los mejores escenarios del mundo para la organización de actividades de incentivo y team building. Pucón es el punto de partida de todos los programas que tienen como protagonista el volcán Villarrica, uno de los más activos de Chile. Un calificativo nada desdeñable teniendo en cuenta que no es fácil diferenciarse como volcán en un país que tiene más de 2.900 ejemplares.
El programa más clásico incluye el ascenso con raquetas de nieve hasta el cráter, a 2.800 metros. Tras cuatro horas de subida, las dos horas de bajada se amenizan con momentos de adrenalina pura gracias a los toboganes gigantes que genera la nieve. La mejor época del año para disfrutar del lugar se extiende de octubre a marzo, siendo recomendable evitar los meses de enero y febrero por la gran afluencia de público vacacional. Como en cualquier lugar turístico del mundo, los precios se disparan en la temporada alta.
La recuperación y el descanso tras una jornada de actividades en la nieve está asegurada en cualquiera de las termas de la zona. Entre las más utilizadas para grupos están las de Menetué, a 30 kilómetros de Pucón. Albergan la mayor superficie cubierta de espacios termales y ya han acogido eventos para un máximo de 180 personas. Cuenta con 10 cabañas de alojamiento. Cabe destacar que las piscinas termales no pueden ser privatizadas.
Termas Huife, junto al caudaloso río Liucura, ofrece bonitas cabañas y apartamentos cerca de la cota de altura en la que crecen las araucarias. El disfrute de las termas es aún mayor cuando el río discurre con su mayor caudal. Muchos aprovechan los momentos en que baja de la montaña más tranquilo para darse baños de agua fría en alternancia con las termas.
Nevados de Sollipulli es uno de esos hoteles-destino muy recomendables para grupos en incentivo. En plena reserva del volcán Villarrica, ofrece ocho cabañas con dos camas en cada una de ellas y dotadas de la mayor comodidad, incluyendo sauna y un «domo» restaurante que se puede utilizar para una sesión de trabajo. El paisaje circundante no solo invita a la reflexión y a la cohesión entre participantes, sino que da lugar a numerosas actividades como las carreras en motonieve y el esquí fuera de pista en el invierno local, de junio a septiembre, o el canyoning y el senderismo hasta el cráter.
Gran variedad
Destaca en Chile la gran variedad de platos que componen la gastronomía local. Muchos restaurantes ofrecen la excelente carne de vaca o cordero, que se acompaña de los vinos tintos locales. Los blancos acompañan los platos de marisco, que llaman la atención por el tamaño de los productos de base. El cebiche es otra de las propuestas estrella.
En la cocina se percibe que Chile es un país que ha recibido muchísima influencia extranjera, principalmente de los europeos que poblaron el país y provocaron que haya tanta diversidad en cuanto a fisonomías. Ello no impide que la herencia mapuche se recuerde en la utilización de ingredientes como la quinua, con múltiples variantes a la hora de declinarla como acompañamiento que da lugar a auténticas delicias.
Cualquier comida que se precie será precedida por un pisco sour, o lo que es lo mismo, pisco con limón. El cóctel por excelencia de los chilenos también ha dado lugar a numerosas combinaciones que se mezclan con la tendencia más actual de degustar sin aditivos el pisco más refinado. Qué mejor que los barrios de Bellavista y Lascarria en Santiago para descubrir las diferentes opciones.
El país andino es un destino de contrastes y diversidad, empezando por los barrios de la capital y terminando por sus paisajes interminables. Pocos destinos ofrecen a una hora del centro neurálgico una costa dotada de espacios Patrimonio de la Humanidad y magníficas puestas de sol, glaciares, paisajes desérticos donde admirar el cielo, volcanes, bosques, termas en zonas donde no hay un tono de verde que falte. Sin olvidar una arraigada cultura indígena que se descubre directamente con quienes luchan por mantenerla.
Chile es un compendio de propuestas muy diversas en una atmósfera de estabilidad y tranquilidad. La sorpresa no está en los precios ni en las instalaciones, sino en el carácter apacible y seguro de un país que reúne todo lo que puede ofrecer un continente en tan solo una lengua de tierra.
Cultura mapuche
En torno al lago Budi, en la costa de la Araucanía y a una hora y media de trayecto por carretera desde Temuco, se pueden organizar estancias con la comunidad Mapuche. En Llaguepulli, 80 familias integran desde hace 14 años un proyecto basado en el desarrollo turístico como actividad sostenible que les permita defender su cultura y espacios naturales. Sin hacer de sus tradiciones un producto folclórico adaptado a los visitantes, ofrecen compartir sus preceptos en un intento de sensibilizar al mundo sobre la importancia de una correcta relación con la naturaleza y como lucha por unos derechos que consideran maltratados.
En 50 camas repartidas en varias cabañas y rukas, los integrantes de un grupo pueden escuchar en torno a la hoguera los principios de la cosmovisión mapuche o el credo que rige su religión. Durante el día, el lago se presta a paseos en canoa. La mejor manera de recorrer el relieve costero son los paseos a caballo o en carros tirados por bueyes. Las maneras de vivir locales también se presentan a través de la visita de jardines medicinales o con clases de cocina mapuche. La visita de la comunidad supone un viaje hacia una visión del mundo y un tipo de sociedad del que sin duda alguna se puede aprender en muchos aspectos.