Por Eva López Álvarez
El paraíso de las sonrisas
Filipinas es un universo de posibilidades compuesto por más de 7.000 islas que rivalizan en belleza. Más conocido por las múltiples catástrofes naturales que afectan al destino que por su potencial para los grupos de incentivo, lucha por hacerse un hueco en el panorama MICE. Exotismo, magníficos paisajes, playas paradisíacas, atractivos culturales… se mezclan en torno a un mismo ingrediente: un sentido de la hospitalidad único.
Exactamente son 7.107 las islas que componen Filipinas, que a su vez se divide en 16 regiones dentro de tres áreas administrativas: Luzón, Las Visayas y Mindanao. Formando parte de la primera está la isla del mismo nombre en la que se encuentra la capital: Manila. Ejemplo perfecto de urbe asiática caótica y excesivamente poblada por vehículos de todo tipo, es la puerta de entrada a un país que invita a “saltar” de un punto a otro a través de una extensa red de conexiones domésticas.
No hay ninguna compañía que vuele directamente desde España y Latinoamérica al aeropuerto internacional Ninoy Aquino, ubicado a siete kilómetros al sur de la capital. Singapore Airlines opera desde Singapur un total de 28 vuelos semanales y es la aerolínea internacional que más destinos domésticos ofrece a través de su filial SilkAir: Cebú, Dabao y Kalibo, puntos de acceso a las maravillas naturales de Las Visayas, Mindanao y Boracay, respectivamente. Desde Barcelona, la aerolínea vuela a Singapur cinco veces por semana. Los pasajeros procedentes de Sao Paulo, única ciudad operada en Latinoamérica, pueden conectar en Barcelona con destino al Sudeste Asiático tres veces por semana.
KLM, Emirates, Qatar Airways, Turkish Airlines, Korean Air, Thai Airways y Air China también ofrecen vuelos a Filipinas vía sus correspondientes hubs. Saudia Airlines es otra de las compañías que apuesta por desarrollar el turismo de grupos de empresa en el país. Vía Arabia Saudita, opera desde octubre tres vuelos semanales que conectan España y Filipinas.
Luzón
Merece la pena dedicar al menos un día del programa para descubrir la herencia española en Manila: la Ciudad Amurallada, o Intramuros, fue reconocida por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad en 1994. En esta urbe dentro de la urbe se instalaron hace 450 años los misioneros agustinos españoles que evangelizaron el país, actualmente único de Asia en contar con una población mayoritariamente católica.
El convento de San Agustín era el centro espiritual de la empresa evangelizadora española y hoy es un panteón que alberga las tumbas de Miguel López de Legazpi, expedicionario a las órdenes de Felipe II, y otras personalidades filipinas, además de poseer una interesante colección artística correspondiente al llamado “período español”.
En Intramuros también está el Fuerte Santiago, otra cita obligada en el recorrido basado en el descubrimiento de la historia y tradiciones hispánicas. También de la historia contemporánea filipina, por haber servido de cárcel al héroe revolucionario local José Rizal. No son los únicos lugares en los que apreciar la influencia española que tanto han marcado el carácter filipino: con sólo consultar la carta de un restaurante se puede comprobar hasta qué punto el vocabulario es testimonio vivo de dicha influencia. Las cifras en español también han permanecido en el tagalo, principal idioma local, como herencia de la colonización. Si bien es la lengua más extendida, los locales dominan el inglés.
La mayor isla de Filipinas alberga además uno de los atractivos naturales más vistosos del país: las terrazas de arroz de las montañas de Ifugao, en el norte de la isla, también forman parte del patrimonio reconocido por la UNESCO ya que fueron construidas por la tribu del mismo nombre hace 2.000 años. La aldea de Batad es el mejor punto para admirar esta maravilla natural. Hoy en día se aprecia cómo los campesinos locales siguen utilizando la red de manantiales de la zona para mantener irrigados los cultivos de arroz.
En el centro de Luzón, Zambales empieza a asomar en el horizonte de los incentivos, pero la infraestructura es muy somera, solamente utilizada por algunos organizadores deseosos de impregnar el incentivo de autenticidad, simpleza y contacto con la población. Sin embargo, la gran cantidad de islas que salpica el litoral se presta a otro tipo de programas, con el desplazamiento en barco y la posibilidad de organizar actividades de teambuilding en playas desiertas. Varios receptivos internacionales están contribuyendo a colocar a Filipinas en el mapa internacional de destinos MICE. Ovation cuenta con una delegación en el país.
Boracay
Si bien es pronto para hablar de “clásicos” en un destino que empieza a asomar en el horizonte de los incentivos, Boracay es hoy por hoy el complemento a Manila más demandado. A una hora de vuelo de la capital, es la isla más turística de Filipinas gracias a sus playas de arena blanca y agua transparente. Forma parte del sub-archipiélago de Las Visayas. El mejor momento para disfrutar de este pequeño paraíso de 10 km² es la “estación seca”, de noviembre a mayo. Las puertas de entrada son los aeropuertos de las islas vecinas de Catclan y Kalibo, con traslado posterior en bangka, las barcazas típicas locales utilizadas para transfers y excursiones marítimas con parada en algunas de las 30 playas que cuenta Boracay. La más conocida, y aquélla que concentra la vida nocturna en las épocas de mayor afluencia turística, es White Beach.
No sólo es un paraíso del dolce far niente y el buceo: otros deportes más dinámicos como el kite surf ganan adeptos de noviembre a marzo, cuando se registran los mayores vientos.
Legazpi
Es otro destino de postal gracias al volcán Mayon, con su perfecta forma cónica. Desde el cráter, a 2.400 metros de altura, se aprecian magníficas vistas sobre el golfo de Albay. De camino a él, el campanario de Cagsawa permanece impasible como testimonio de las múltiples, y algunas devastadoras, erupciones del volcán. Otra particularidad de la zona es lo que se ve bajo el agua: durante casi todo el año los tiburones ballena habitan las aguas de Donsol.
Palawan
Resulta difícil elegir la playa más bonita de Filipinas. Sin duda, muchas de Palawan merecen formar parte de la lista de las más fotogénicas. Partiendo de El Nido, una excursión de un día permite ver algunas de las más llamativas y bucear entre coloridos corales, en las aguas siempre transparentes de las lagunas creadas por los omnipresentes islotes de roca negra. Sin duda ésta es una jornada que dejará huella en las retinas de los participantes, tanto dentro como fuera del agua.
Puerto Princesa es el aeropuerto con más frecuencias para quienes visitan Palawan aunque el transfer en autobús implica al menos cuatro horas de trayecto. A cinco kilómetros de El Nido está el aeródromo de Lio, con conexiones directas con Manila. Corón, en la parte norte, hará las delicias de los submarinistas, en botella o durante agradables salidas para hacer snorkelling.
Los alojamientos más exclusivos de la zona pertenecen a El Nido Resorts, que cuenta con cuatro complejos de playa en Palawan. El más codiciado es el eco-resort de la isla de Pangulasian, que cuenta con 42 bungalós entre una playa paradisíaca y la selva tropical. Las mejores vistas del atardecer se disfrutan desde el complejo de la isla de Lagen, que incluye 50 bungalós, spa, un espacio para eventos que puede albergar hasta 70 personas y centro de deportes acuáticos que se pueden practicar en la bahía sobre la que se sitúa este hotel emblema del lujo local.
Conocida por ser el lugar donde Magallanes implantó la cruz que aún hoy se conserva y ser la ciudad más antigua de Filipinas, el mayor interés de Cebú radica en ser un hub nacional ya que se trata de la segunda ciudad en población y un importante puerto industrial y comercial: además de contar con un aeropuerto internacional, su situación geográfica, en el centro del archipiélago, hace de la ciudad escala obligada en muchas rutas domésticas, ya sean en avión o ferry.
De aquí parten, entre otros, vuelos con destino al sureste, a la isla de Bohol: los grupos aterrizan en Tagbilaran, la capital de esta isla que es hoy por hoy uno de los destinos más pujantes entre aquéllos que ya han conocido las playas y buscan autenticidad, contacto con la población local y bonitos paisajes. El más emblemático es el de Chocolate Hills, una curiosa formación geológica compuesta por 1.200 colinas redondeadas que cambian de color según el de la vegetación que las cubre.
Bohol es además hábitat de uno de los animales más sorprendentes del planeta: el tarsier. Se trata del primate más pequeño del mundo y se caracteriza por los grandes ojos, dotados en realidad de enormes órbitas al servicio de una visión crepuscular que le permite alimentarse de pequeños insectos de la jungla de la isla. La misma capacidad de visión nocturna le impide moverse de día y son sumamente sensibles a la luz, aunque una serie de reservados permiten la observación sin molestias.