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Bali evoca playas de ensueño, templos recónditos, culturas exóticas… y lujo. Todo eso reúne esta isla indonesia en la que la sonrisa fácil de los habitantes mejora cada experiencia. Para incentivos únicos, un destino único.
11 de septiembre de 2024

Por Eva López Álvarez
DESTINO: BALI (INDONESIA)

El sueño de tantos

Bali evoca playas de ensueño, templos recónditos, culturas exóticas… y lujo. Todo eso reúne esta isla indonesia, donde la sonrisa fácil de sus habitantes mejora cada experiencia. Para incentivos únicos, un destino único.
Por Alejandro Martínez Notte

Bali es un destino codiciado por parejas en luna de miel y turistas ávidos de exotismo. Para ellos, se ha desarrollado una hotelería de alta gama idónea para albergar grupos de incentivo. Viajar a Bali es, sin duda, una recompensa. Desde España, Singapore Airlines ofrece conexión en Singapur tras el vuelo directo desde Barcelona. Desde Latinoamérica, la misma compañía opera el destino desde Sao Paulo, con escala en la Ciudad Condal.

Air France y Saudia Airlines también operan vuelos a este destino. Nada más llegar, el aeropuerto internacional Denpasar-Ngurah Rai sugiere exotismo: es el primer testimonio de las formas que caracterizan la singular arquitectura balinesa. Se encuentra en la zona sur de esta isla con forma de corazón. En esta parte se concentran los mejores hoteles y la mayoría de las infraestructuras de mayor calidad.

Una isla hinduista

A diferencia del resto de Indonesia, donde predomina el islam, más del 90% de la población de Bali practica el hinduismo, en una versión local conocida como «hinduismo balinés». Creencias animistas y santos budistas se mezclan con numerosas deidades hindúes, dando lugar a ceremonias que solo se pueden vivir en esta isla. Los lugareños suelen invitar a los extranjeros a observar sus rituales, aunque prefieren que los participantes hayan sido previamente invitados.

Aunque Bali tiene solo 140 kilómetros de largo y 90 de ancho, no es fácil recorrerla en su totalidad. Los lugares más visitados se encuentran en el centro, sur y este, por lo que el norte y oeste, a pesar de su belleza y exotismo virgen, no suelen formar parte de los programas turísticos.

Nusa Dua: Puro incentivo

El extremo sur del corazón de la isla, a 15 kilómetros del aeropuerto, es la península de Nusa Dua, donde se concentra la hotelería más exclusiva. Entre los mejores hoteles figura el Meliá Bali The Garden Villas, un asiduo en los programas de incentivo más selectos. Hasta el coco de bienvenida se puede personalizar para grupos de 20 personas.

El complejo ocupa más de 10 hectáreas en un enclave privilegiado, que garantiza la serenidad a pesar de contar con 484 habitaciones y 10 villas. Tiene siete espacios interiores para eventos, pudiendo albergar hasta 250 comensales en una cena de gala en el mayor de ellos. Los exteriores ofrecen múltiples posibilidades: hasta 500 personas sentadas pueden disfrutar del área de la piscina durante el atardecer. Para grupos de hasta 50 invitados, la misma playa se ofrece como venue.

Ubud: Cultura y naturaleza

En el centro de la isla proliferan los templos y los campos de arroz. Los grupos suelen pasar al menos una noche en Ubud, capital de la fiesta y la cultura locales destinadas a ser consumidas por los extranjeros. Afirman los isleños que el mejor hotel de Ubud es el Viceroy, famoso por la tranquilidad de sus terrazas desde las que se admira el paisaje montañoso de los alrededores, sin sentir el bullicio de los visitantes.

Ubud también es famoso por el bosque de los monos, donde los primates aparecen por doquier. Es importante prestar atención a las pertenencias, ya que estos curiosos animales tienden a acercarse a los transeúntes.

Playas y actividades

Las playas de arena fina y aguas transparentes, que aparecen en todas las postales, se encuentran en el este y sur de Bali, mientras que la parte norte y oeste es de piedra volcánica con accesos para el baño a menudo difíciles. Los primeros complejos hoteleros nacieron en Kuta, que hoy es sede de un turismo internacional más joven y ruidoso, quedando la exclusividad y la calma relegadas a Nusa Dua.

Es posible organizar actividades no motorizadas como snorkeling y paddle surf, además de salidas para buceo desde la misma playa del hotel. Algunos de los mejores spots de la isla se encuentran a 30 minutos de navegación.

Auténtico paraíso

Aunque las temperaturas no varían mucho a lo largo del año, Bali cuenta con una estación seca de mayo a octubre, lo que convierte esta época del año en la más recomendable para viajar al destino. La media anual se sitúa en torno a los 30 grados centígrados, con altos índices de humedad y temperaturas frescas durante la noche.

Bali ofrece una espiritualidad única, con altares y ofrendas que salpican todos los rincones. Cada día, los balineses ofrecen granos de arroz y otros alimentos a las numerosas deidades de su religión. Es frecuente que haya cortes en las carreteras por el paso de procesiones o concentraciones que tienen como motivo implorar a los dioses y compartir comida.

Templos y volcanes

Algunos de los templos más llamativos de Bali incluyen el Batur, desde donde se puede observar el volcán del mismo nombre y el lago de la diosa a la que está dedicado. La construcción con piedra volcánica típica de la zona acentúa la majestuosidad del complejo, en el que conviven altares de diferentes religiones asiáticas, siendo un bello ejemplo de la tolerancia que implica la espiritualidad balinesa.

Otro atractivo cercano al aeropuerto internacional es el templo hinduista de Tanah Lot, un pequeño santuario sobre un islote a 100 metros de la orilla que, con la subida de la marea, se rodea de agua. La leyenda dice que unas serpientes protegen el lugar y de ellas sale el agua bendita con la que todo aquel que quiera acceder debe impregnar su frente.

Hospitalidad innata

Aunque los habitantes de Bali, principalmente los del sur, están muy acostumbrados al tránsito de turistas, no han perdido la naturalidad ni la sonrisa fácil. Organizar cualquier actividad de incentivo que implique contacto con los locales permitirá disfrutar de la dulzura y la curiosidad que demuestran aquellos que pueden comunicarse en inglés, numerosos en el sur y prácticamente inexistentes en el norte.

La hospitalidad innata de los balineses se refleja en la posibilidad de organizar para grupos en incentivo un recibimiento con danzas en un pueblo local. Los locales no dudan en abrir las puertas de sus casas, compartir sus costumbres y presentar a sus familiares, siendo posible organizar una ofrenda de arroz y otras viandas a alguna de las deidades locales junto a los miembros de la comunidad.

Cada vez son más las empresas que apuestan por premiar a sus representantes con un viaje que a priori podría desanimar a más de uno por su duración —mínimo 17 horas desde España—. Sin embargo, es tanta la magia que encierra el destino, tanto el exotismo y tanta la amabilidad de sus habitantes que los viajeros no pueden regresar con otra impresión que la de haber recibido un regalo único. Los proyectos hoteleros en curso muestran el interés creciente por parte del público en general. Los organizadores de incentivo, tal y como testimonian los representantes de las compañías aéreas que operan en Bali, también forman parte de los interesados en un destino tan soñado por muchos. Y es que Bali, a pesar de ser solo una más de las 17,000 islas de Indonesia, es un enorme tesoro único en el mundo.

 

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