Marrakech (Marruecos) – Puro incentivo

En la joya del sur de Marruecos, los viajes de incentivo pueden convertirse en algo más que una recompensa. Pueden ser oportunidades para despertar la imaginación y cautivar los sentidos a través de sus callejuelas repletas de vida, su arquitectura tradicional, su vibrante cultura, sus olores y sabores...

Por Rocío Agenjo Casas

Conocida como “la ciudad roja” de Marruecos por el color rojizo de sus edificios, Marrakech se ha convertido en los últimos años en uno de los destinos MICE más demandados del norte de África, especialmente en lo que respecta a viajes de incentivo.

Buenas conexiones aéreas, amplia oferta hotelera y de venues; diversidad de propuestas de restauración para grupos, atractivos turísticos y culturales y cercanía a sorprendentes espacios naturales, donde es posible practicar múltiples actividades, son sus principales atractivos.

A diez minutos por carretera del Aeropuerto Internacional de Marrakech- Menara –que mezcla la arquitectura árabe moderna con la tradicional y recibe más de tres millones de pasajeros al año–, en el distrito de Agdal, se encuentra el Palm Plaza Hotel & Spa, de cinco estrellas.

Cuenta con 230 habitaciones, de las cuales 25 son suites, y muchas de ellas ofrecen vistas a los jardines y a la zona de piscina. De sus dos restaurantes, el llamado Marrakech-Phuket se puede privatizar para banquetes de hasta 100 personas. También dispone de un centro de conferencias con siete salas para reuniones y eventos, siendo su sala plenaria la de mayor capacidad (hasta 600 delegados).

Símbolos de cultura y tradición
Todo viaje de incentivo a este destino incluye una visita a los Jardines de la Menara, cuya historia se remonta al siglo XII, cuando se ideó como huerto y depósito de agua. No fue hasta el siglo XVI cuando se construyó su edificio principal, más conocido como “el pabellón”, para que sirviera de residencia a los gobernantes. El mismo se dispuso de forma privilegiada frente al gran estanque. Pasear entre la vegetación es la principal actividad, sin dejar de observar las grandes montañas del Atlas.

Para acceder a la medina y a las principales atracciones del centro de la ciudad hay que atravesar la muralla, una de las más grandes y mejor conservadas del país, que data del siglo XII. Aunque cuenta con 19 accesos, el más icónico es la puerta de Bab Agnaou, que se mantiene casi intacta desde que fue erigida en la época almohade y presenta un esquema muy habitual de la arquitectura islámica: el arco enmarcado en alfiz.

La medina de Marrakech es un entramado de callejuelas empedradas, estrechas y bulliciosas que forman el corazón histórico de la ciudad. Denominada también “Ciudad Vieja”, es una de las más reconocidas en todo el mundo por su arquitectura tradicional, su animado ambiente y su rica historia. Por ello, en 1985 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Guarda secretos como la mezquita Koutoubia, la plaza Jmaa el Fna, palacios y madrazas históricos; zocos y mercados e incluso una medina judía –Mellah–, con sinagogas, tiendas y restaurantes que reflejan su cultura.

Una de las visitas ineludibles en los incentivos a su paso por la medina es la mezquita Koutoubia, que domina el horizonte marrakechí desde cualquier punto de vista. Construido en el año 1162, este símbolo de la ciudad destaca por su minarete cuadrado, uno de los más altos de Marruecos, con 77 metros de altura, que ha servido de inspiración en todo el mundo islámico. Su interior no es visitable, pero se puede admirar desde fuera, así como pasear por sus jardines arbolados y repletos de fuentes.

El Palacio de la Bahía, construido en el siglo XIX, es otro ejemplo de la arquitectura marroquí con paredes y techos decorados con madera tallada y coloridos azulejos. Pasear por sus patios y jardines, así como por sus más de 150 habitaciones, durante una visita guiada, es otra de las actividades imperdibles para conocer la historia de la ciudad.

Por su parte, la Medersa Ben Youssef sorprende por su riqueza arquitectónica y cultural. Se trata de una antigua madraza fundada en el siglo XIV, que sirvió de escuela coránica durante siglos. Cuenta con altos techos, arcos ornamentados con madera y azulejos, un gran patio central y habitaciones donde dormían los estudiantes que se mantienen intactas a día de hoy.

Auténtica esencia marroquí
Ubicada en el centro de la medina y rodeada por zocos y un laberinto de callejuelas, la plaza Jmaa el Fna es la más famosa de Marrakech –e incluso de todo el país–. Fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en el año 2001. En ella se encapsula toda la esencia marroquí, siendo el corazón cultural, social y comercial de la ciudad, así como el punto de encuentro por excelencia de locales y turistas.

Durante el día, los mercaderes venden en sus puestos una gran variedad de productos, desde especias y frutas hasta artesanías, acompañados por músicos, encantadores de serpientes, acróbatas… Cuando cae la noche, el olor de la comida callejera inunda el aire mientras la ambientación se acentúa, con la mezquita Koutoubia iluminada como telón de fondo.

Desde la plaza Jmaa el Fna, los grupos pueden dirigirse a las calles de la medina para pasear por los zocos dedicados a las diferentes artesanías –cuero, cerámica, cristal, barro, orfebrería…–. En ellos es posible adquirir todo tipo de objetos y comida, incluso haciendo uso del regateo, una costumbre que se considera todo un arte desde hace miles de años.

También es posible relajarse en centros de bienestar como el hammam Le Bain Bleu, que forma parte del Riad Dar Justo. Ofrece tratamientos de exfoliación y masajes con productos ecológicos.

Testigos de la creatividad humana
Otro lugar de visita obligada durante un viaje de incentivo a Marrakech es el conjunto de los Jardines de Majorelle, el Museo Bereber y el Museo Yves Saint Laurent. Los jardines fueron creados en el año 1924 por el pintor francés Jacques Majorelle y adquiridos en 1980 por el diseñador de moda Yves Saint Laurent y su pareja, el empresario Pierre Bergé.

El destacado color azul de su edificio principal, que alberga el Museo Bereber, contrasta con el verde de las más de 300 especies vegetales que pueblan el jardín, procedentes de los cinco continentes. En él también habitan más de 15 especies de aves endémicas de la zona norte de África.

El Museo Bereber ocupa desde el año 2011 el antiguo estudio de pintura de Jacques Majorelle. En él se muestran los más de 600 objetos del pueblo bereber que fueron recopilados por Yves Saint Laurent y Pierre Bergé: trajes, joyas, artículos de cocina, armas, alfombras, revestimientos de madera, piezas de alfarería y cerámica…

El Museo Bereber muestra más de 600 objetos recopilados por Yves Saint Laurent y Pierre Bergé

El recorrido se completa con la visita al Museo Yves Saint Laurent, que conserva el patrimonio único y muestras de la influencia de la obra del diseñador. A través de sus diferentes salas se pueden admirar sus piezas más características y valiosas, algunas de ellas inéditas: abrigos, traje de pantalón de esmoquin, prendas subsaharianas…

El “triángulo de oro” marroquí
Para un programa enfocado en el glamour de Marrakech, es ineludible el distrito de Hivernage, conocido como el “triángulo de oro”.

En él se encuentran algunos hoteles de lujo y boutique de reciente construcción, como Nobu Hotel Marrakech, de cinco estrellas, el primero de la marca en toda África. Abrió sus puertas en enero de 2023 y cuenta con 71 habitaciones de estilo suite, cuya decoración fusiona la tradición marroquí con la japonesa. Parte de su azotea, con vistas panorámicas de la ciudad, se puede privatizar para celebrar cócteles con un máximo de 250 personas.

En esta misma planta se encuentra su meeting room, para encuentros profesionales de 80 personas en teatro. La oferta de servicios se completa con el spa, las piscinas de la azotea y dos restaurantes.

Frente a él se encuentra el Hivernage Hotel & Spa Marrakech, de cinco estrellas, un establecimiento boutique que consta de 84 habitaciones –cinco de ellas suites–, además de dos salas de reunión. El restaurante La Tablé se puede privatizar para un máximo de 130 comensales, así como su rooftop, donde caben 200 personas. La azotea también dispone de una zona cubierta para reuniones en grupos reducidos.

A solo seis minutos a pie del Hivernage Hotel & Spa Marrakech está la joya de la corona hotelera de Marrakech, La Mamounia, de cinco estrellas, que celebró el año pasado su centenario. El palacio fusiona la arquitectura y decoración tradicionales con elementos modernistas en sus 135 habitaciones, 71 suites y tres riads; cuatro restaurantes, cuatro bares, spa, piscina y amplios jardines, entre otros. Su restaurante Le Marocain se puede privatizar para 180 personas; en su salón de baile caben hasta 300 invitados y en sus jardines es posible organizar banquetes para 400 comensales.

A 30 minutos por carretera del centro de Marrakech se encuentra otra propuesta de alojamiento de lujo: el Palais Namaskar, de cinco estrellas. Tiene 41 habitaciones, suites, villas y palacios; restaurantes, piscina, rooftop, spa y salas para eventos.

Restauración en la medina En la medina
En una de las múltiples calles de acceso de la plaza Jmaa el Fna, se encuentra el restaurante Al Baraka, que mantiene la arquitectura tradicional marroquí original, desde su construcción en el siglo XVII, y una cuidada decoración. Cuenta con dos niveles de altura: el primer piso alberga un patio con capacidad para 160 comensales y cuatro salas dispuestas a su alrededor, en las que pueden sentarse un máximo de 120 personas. En el segundo piso, dos salas para 50 y 40 invitados cada una se abren a una terraza con vistas a la plaza.

Este oasis de tranquilidad ofrece gastronomía típica con platos como el cuscús real, la pastela de pollo y almendras y todo tipo de tajines, entre los que destacan el de pollo con limón y el de ternera con ciruelas. Durante el servicio de cena incluye un espectáculo de danza oriental.

El laberinto de callejuelas de la medina guarda otros tesoros gastronómicos, como el Café Árabe, que puede acoger grupos de hasta 150 personas entre sus dos plantas para comer, cenar y tomar un té o café. Le Salama es otra opción cuya sala más amplia tiene capacidad para 50 personas y dispone de un rooftop con vistas a la ciudad.

El restaurante Narwama está emplazado en un palacio que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Su carta se basa en una fusión de sabores asiáticos –principalmente tailandeses–, marroquíes e internacionales, con platos destacados como su selección de briouates –hojaldres rellenos de queso, verduras y kefta–, brochetas de cordero y tempura de gambas con verdura, de su cocinero tailandés Amine Lechham.

El famoso –y televisivo– cocinero Moha Fedal, impulsor de la llamada nouvelle cuisine marroquí, es propietario del restaurante Dar Moha, donde se pueden degustar platos típicos como brochetas de pescado, verduras salteadas, sorbete de la casa con pastas…

Vibrante vida nocturna
El disfrute de la vida nocturna de Marrakech es otra de las actividades que no pueden faltar en un programa de incentivo. La ciudad cuenta con múltiples bares y restaurantes donde degustar gastronomía nacional e internacional en espacios llenos de autenticidad, incluyendo el acompañamiento de espectáculos típicos del país a base de música, danza del vientre y fuego.

En el distrito de Hivernage, una dirección clave para grupos en la noche marrakechí es el Palais Jad Mahal, donde, además de probar comida nacional e internacional, es posible tomar una copa y divertirse participando en espectáculos de música y baile.

Su arquitectura sigue la de los palacios tradicionales marroquíes y su decoración mezcla la artesanía local –especialmente en sus mesas– con la riqueza cultural india presente en los tejidos.

Situado sobre una antigua fábrica de azúcar a solo diez minutos del centro de la ciudad, el restaurante Palais Dar Soukkar puede albergar cenas para grandes grupos. En su salón principal caben 280 personas y se puede combinar con una sala anexa y conectada por puertas, ampliando la capacidad a cien plazas más. En el lounge se pueden sentar hasta 140 comensales, mientras que en la terraza se organizan cenas de gala para 600 invitados.

Excursión a la naturaleza
Gracias a su ubicación, Marrakech se encuentra a poca distancia por carretera de espacios naturales donde es posible hacer rutas al aire libre y practicar múltiples actividades deportivas.

El Parque Nacional del Toubkal se encuentra en la parte central de la cordillera del Atlas, a una hora y media aproximadamente de Marrakech en vehículo 4×4, entre los valles de los ríos N’Fiss y Ourika. Enebros y robles, entre una gran variedad de vegetación, cubren su suelo, observados por águilas y otros animales.

Durante el trayecto los participantes pueden admirar la diversidad de paisajes: grandes terrenos de olivos, estepas, montañas escarpadas, riachuelos, dunas, desierto de roca… Por el camino, también se puede observar cómo es la vida de los pueblos bereberes y cómo dedican su día a día a labores como la ganadería y la agricultura. Merece la pena hacer un alto en el camino para disfrutar de una comida típica marroquí en el restaurante Relais du Lac, situado en el pueblo Lalla Takerkoust. En su amplia terraza se organizan comidas para 200 personas ante una panorámica exclusiva del lago Takerkoust y del Atlas.

La excursión continúa por el desierto rocoso de Agafay, uno de los principales destinos de aventura del país. Aquí es posible organizar rutas en quad, buggy, camello, caballo, bicicleta e incluso scooters eléctricos todo terreno, responsables con el medio ambiente.

En mitad del desierto de Agafay, el complejo turístico de glamping Le Bedouin cuenta con varios tipos de habitación: 52 tiendas clásicas, 30 tiendas inspiradas en la cultura bereber, ocho bungalós, 13 lodges y 11 lodges en un área con piscina privada.

Para una estancia más confortable, las carpas VIP Lodge (diez unidades) y las Suites Royale (diez unidades), están están equipadas con cuarto de baño y ducha privados.

En Le Bedouin también es posible organizar eventos en pleno desierto, con montajes tanto en espacios interiores como exteriores, incluyendo cenas de gala al aire libre, que pueden llegar hasta los 500 comensales.

El complejo tiene previsto ampliar próximamente sus instalaciones, añadiendo una nueva zona para eventos, donde cabrán más de 1.000 personas, y un spa.

Otra de las actividades en la naturaleza más demandadas es el paseo en globo aerostático, un modo de transporte único para disfrutar del amanecer desde las alturas. La experiencia comienza con la preparación y el inflado de los globos, continúa con el vuelo y finaliza con la entrega de un diploma que certifica la realización de la actividad. Tras la misma, es posible tomar un desayuno típico en una jaima tradicional.

El paseo en globo es una de las actividades más demandadas, previa a un desayuno típico en una jaima

Otra zona de naturaleza de obligada visita es el Palmeral de Marrakech, situado a las afueras de la ciudad, en la zona norte. Entre más de 100.000 palmeras se encuentra el restaurante Chez Ali, que ofrece cenas y veladas amenizadas con jinetes, músicos, bailarines y pólvora. Alrededor de la gran esplanada donde tiene lugar el espectáculo principal, se disponen jaimas que pueden llegar a acoger a 6.000 espectadores cada noche.

Este oasis también se puede descubrir durante dos o tres horas a través de actividades como paseos en camello, caballo o quad, ya sea durante el día o al atardecer. Todas ellas pueden finalizar con un té marroquí y la entrada a un spa para relajarse en el baño turco o con un masaje relajante.

En resumen, gracias a sus atractivos históricos y culturales, propuestas gastronómicas, animada vida diurna y nocturna y la hospitalidad y creatividad de sus habitantes, Marrakech es un destino que inspira. Las visitas y actividades que se pueden incluir en un incentivo en el destino tienen mucho potencial para dejar en los participantes una huella imborrable.

Secretos de la medina

Con unas 600 hectáreas de extensión, la medina de Marrakech es una de las más grandes del país.

Para descubrirla, MiMarruecos by Luxotour propone vivir una “Experiencia en los zocos”, que comienza con la esencia en el zoco de las especias, concretamente, en Médina Herbal, un herbolario donde los visitantes descubren remedios naturales y la mezcla de especias Ras el Hanout, llevándose una muestra a casa.

Continúa por el Riad Dar Justo Hotel Boutique & Spa, para realizar la ceremonia del té, un rito que muestra cómo preparar el té moruno, típico té verde de los países árabes. Al finalizar, reciben un juego con tetera, vasos y té para hacerlo en casa.

Después se visitan los talleres artesanos de orfebrería y madera. MiMarruecos by Luxotour les entrega una mano de Fátima labrada en hierro forjado y un colgante tallado en madera.

La experiencia finaliza en una terraza de la plaza Jmaa el Fna contemplando el atardecer desde el lugar más famoso de Marrakech.

Accede al contenido completo en la última edición de la revista PUNTO MICE:
www.puntomice.com/punto-mice-56.

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