Río de Janeiro MICE

La antigua capital del mayor país de Sudamérica sigue siendo el centro y el alma de Brasil. En Río se funden todas las influencias pasadas y presentes, mientras futuros cambios se perciben en barrios que parecían olvidados. Como elemento común a cualquier espacio: color, música y la alegría carioca.

ESENCIA DE BRASIL

Por Eva López Álvarez

Río de Janeiro es una de las ciudades más singulares del mundo. Su relieve permite disfrutar de impresionantes vistas panorámicas pocos minutos después de estar paseando por playas kilométricas que más parecen gimnasios al aire libre.

Copacabana
El mosaico de su paseo la hace inconfundible. Fue diseñado por Burle Marx para ser visto desde arriba. De este modo se percibe el conjunto de olas blancas y negras que ondulan junto a la arena. En algunos puntos –que se pueden localizar en una búsqueda del tesoro– parecen haber llegado por error teselas rojas. En realidad son un homenaje a un elemento fundamental de la historia de la ciudad: la población indígena, que convive con la europea (representada con el color blanco) y los descendientes de los africanos (teselas negras) que llegaron a Río en una época nada gloriosa de la historia.

Con la primera luz del día, antes de que salga el sol, el paseo marítimo más famoso de Brasil se llena de corredores, ciclistas, paseantes… mientras que la playa se inunda de jugadores de fútbol y volley, o ambas cosas, adeptos al yoga y la gimnasia sobre la arena. Hasta el mar aparece repleto al amanecer, cuando Copacabana reúne a quienes esperan la salida del sol sentados en sus tablas de paddle surf mientras otros nadan, pasean en kayak o simplemente despiertan con la frescura del océano. Puro frenesí en un destino en el que el culto al cuerpo no parece estar reñido con el disfrute. El barrio de Copacabana concentra el 80% de los hoteles de la ciudad. En primera línea de esta playa de 4,5 kilómetros, se sitúan algunos de los establecimientos más emblemáticos para operaciones MICE. La joya de la corona es el Belmond Copacabana Palace, por todos conocidos como el “Copa”.

Fue el primer gran edificio, y hotel de cinco estrellas, de Brasil. Acaba de celebrar su centenario como icono hotelero y de la arquitectura art déco que salpica las calles de Río. Cuenta con 220 habitaciones, todas con bañera y ducha, y trece salones dotados cada uno de su propia personalidad. Además del spa con gimnasio y la pista de tenis, alberga un teatro.

Desde 2019, la bandera de Fairmont ondea en Sudamérica. El Fairmont Rio de Janeiro Copacabana tiene 375 habitaciones y dos pisos con salones para grupos MICE entre los que destaca el dotado de terraza y vistas al océano y el Pan de Azúcar. En él se organizan cócteles con 80 invitados. Del total de doce salones –entre 30 y 70 m2–, tres tienen luz natural.

Tropik Beach Club, al otro lado de la calle y junto a la arena, es el club de playa del hotel que se ofrece para comidas o fiestas de hasta 120 participantes. El bar junto a la piscina, también con vistas a la playa, se utiliza asimismo para cócteles con la misma asistencia.

Hilton Río de Janeiro Copacabana (4*) es el más alto de la ciudad, con 545 habitaciones y 36 salones en 39 pisos. Tiene capacidad para 450 delegados en el mayor. Parte del área de piscina del piso 39 se puede privatizar para grupos pequeños. Las vistas quedarán en el recuerdo de todos. El beach club puede recibir hasta 80 invitados.


Ipanema
La playa vecina a Copacabana tiene un canal que la divide en dos: Ipanema y Leblón. La primera se extiende desde el hotel Fasano Rio de Janeiro hasta el canal que comunica el océano con la laguna Rodrigo de Freitas. El hotel se presenta como un oasis de exclusividad en una playa casi tan popular como Copacabana.

Fue inaugurado en 2017 y decorado por Philippe Starck. Cada una de las 89 habitaciones tiene terraza. La azotea con piscina y vistas a Ipanema se puede utilizar para fiestas o cenas en grupos reducidos. El restaurante Gero es referencia en la ciudad por su cocina italiana. Cuenta con un salón privado para 16 comensales y varios ambientes, incluyendo el exterior.

Mientras que los amaneceres se viven en Copacabana, los atardeceres son protagonistas del ambiente de Ipanema. Cuando la playa se convierte en Leblón, el bullicio se reduce y la exclusividad aumenta.

Siguiendo la costa la arena se convierte en roca, atravesada por la avenida Niemeyer. La playa vuelve a aparecer en el Sheraton Grand Rio Hotel & Resort, que por la ubicación ofrece su playa Vidigal como si fuese privada. Es muy utilizado para grupos grandes por las facilidades logísticas derivadas de su situación –puede recibir hasta seis autobuses al mismo tiempo–.

Este resort urbano, de 538 habitaciones y 26 pisos y con acceso directo a la playa, tiene además tres piscinas (con la posibilidad de reservar una para un grupo), tres pistas de tenis y cuatro restaurantes.

Del otro lado de la calle, la favela del mismo nombre aporta muchos alumnos a la escuela de tenis del hotel, que también programa clases para mujeres sobre seguridad, economía o cocina…

Vidigal compone, junto a Rocinha, el par de favelas abiertas al turismo donde es posible no solo organizar actividades, del tipo de partidos de fútbol o cursos en las escuelas de samba, también proyectos de responsabilidad social en los que hacer participar a los habitantes. Con grupos de hasta 40 comensales se puede degustar una feijoada con vistas a la ciudad desde las laderas de los cerros que ocupan las favelas.

Barra da Tijuca
Esta lengua de tierra entre el océano Atlántico y la laguna Marapendi es la expresión perfecta de los grandes contrastes que se pueden encontrar en Río de Janeiro. Mientras que las favelas ocupan las alturas mediente un urbanismo caótico repleto de laberintos de cables y calles, Barra da Tijuca imita a cualquier ciudad estadounidense de costa dotada de avenidas anchas en las que el automóvil es el rey. Resulta difícil recordar que sigue siendo la misma ciudad.

Vidigal y Rocinha son las dos favelas en las que es posible organizar actividades e involucrar a la población local

Olimpiadas en la playa
Compass Brazil organiza actividades que se pueden adaptar a cualquier momento del día, ya que tras la puesta del sol las playas están iluminadas y llenas de ambiente. Futvóley, yoga, escultura en arena…son solo algunos ejemplos.

 

 

Clase de caipiriña
Es un clásico que pocas veces falta en los programas de incentivo y que se puede acompañar de las magníficas vistas de la ciudad que ofrece el Pan de Azúcar como actividad previa a una cena en lo alto.

 

 

Fútbol en la favela
Quimbaya Tours organiza torneos en la favela Vidigal, en una oportunidad única para interactuar con los locales como experiencia previa a una comida en el restaurante panorámico Artbrau, en la misma favela.

 

 

Penaltis en Maracaná
Via Capi propone sesiones de fútbol en uno de los estadios más emblemáticos del mundo, así como pequeños torneos en la parte trasera del campo de juego oficial (no se puede utilizar el césped), seguidos de un refrigerio.

Los Juegos Oímpicos de 2016 redefinieron esta área que nació urbanísticamente en los años 80 del siglo pasado. Aún existen muchos espacios llamados a seguir recibiendo inmensas urbanizaciones residenciales. Algunos de los apartamentos más cotizados del país se encuentran aquí. Prueba de ello es el incesante tráfico de helicópteros y avionetas en los que se desplazan los residentes.

Una carretera separa estos edificios de viviendas de la playa de 18 kilómetros, menos recomendable para el baño por la peligrosidad de sus aguas.

Riocentro, gestionado por GL Events, es el recinto ferial más grande de América Latina. Se compone de cuatro pabellones de exhibición y un centro de congresos (CINCO). Este último engloba un auditorio con 4.500 plazas, 28 salas de reuniones y 8.329 m² de espacio de exposición. Dentro del mismo recinto, la misma sociedad gestora opera el vecino Lagune Barra Hotel, de cuatro estrellas y con 306 habitaciones. Incluye varias salas y espacios con vistas como la azotea del piso 14, utilizada para eventos de hasta 200 invitados de pie. GL Events también gestiona el Farmasi Arena, en el llamado Parque Olímpico, con capacidad para 18.000 personas.

El centro de convenciones Windsor Barra forma parte de un complejo compuesto por tres hoteles, todos con marcado carácter corporativo. Windsor Oceánico (4*superior y 458 habitaciones) incluye el mayor espacio de la ciudad para operaciones MICE y congresos dentro de un hotel. Tiene capacidad para 2.500 personas en auditorio en un espacio diáfano. Está conectado con el hotel Windsor Barra (5* y 338 habitaciones habitaciones) y comparte calle con el último inaugurado, el Windsor Tower (4* y 378 habitaciones). Esta suerte de “ciudad de congresos y convenciones” dentro de Barra da Tijuca cuenta con un total de 98 salones y 2.170 m2 de exposición comercial. En la azotea del Windsor Barra (piso 17) se organizan cenas con vistas para cien comensales.

El Grand Hyatt Rio de Janeiro, con 436 habitaciones, nació de la mano de los JJ.OO. El área para eventos se sitúa en el piso cero, con entrada independiente, y ofrece una capacidad de 700 delegados en auditorio en el mayor de los salones. Una terraza se ofrece para cócteles de hasta 90 invitados.

Dentro del hotel se proponen diversas actividades de team building como clases de elaboración de caipiriña, degustación de sushi o salidas a la vecina laguna Marapendi, donde observar garzas, capibaras (el mayor roedor del mundo) y yacarés. Durante el paseo de una hora en barcazas de 80 pasajeros se aprende sobre la fauna y flora de la zona. También se pueden organizar clases de windsurf y paseos en kayak.

Hilton cuenta con dos propiedades en la ciudad. Además del hotel de Copacabana, Hilton Barra Rio de Janeiro, de cinco estrellas, abrió sus puertas en 2015 con 298 habitaciones en nueve pisos. Obras de arte de la colección particular de la propietaria decoran los espacios públicos y las habitaciones.

El restaurante del primer piso se utiliza para sesiones profesionales con 140 asistentes, con la posibilidad de ampliar el aforo con 40 plazas más utilizando la terraza. Cuenta con diez salones, con capacidad para 504 delegados en auditorio en el mayor. Al otro de la calle se encuentra en centro comercial Metropolitano.

Centro de Río
Según el tráfico, media hora separa la exclusividad de Barra con la realidad del distrito Centro, o downtown de Río de Janeiro. Hasta que en 1960 la capitalidad del estado se trasladó a Brasilia, aquí se concentraban los edificios públicos y las sedes de oficinas. Aún hoy existen los edificios que testimonian de este pasado, y sedes de entidades como Petrobras, pero la vida del distrito poco se parece a la de antaño. Con la caída del sol el bullicio desaparece dando paso a una ciudad desierta y nada recomendable para el paseante.

Sin embargo, durante el día su interés es indudable. Es difícil encontrar más eclecticismo en un espacio relativamente reducido. Largo da Carioca es el mejor lugar para percibirlo. La Catedral Metropolitana es un sorprendente ejemplo de arquitectura brutalista cuyo interior merece la pena descubrir. Inaugurada oficialmente en 1980, puede albergar hasta 20.000 personas en el interior.

Edificios de clara inspiración francesa como el Museo de Bellas Artes o la Biblioteca Nacional conviven con el pasado colonial y misionero de la ciudad: el convento-iglesia de San Antonio impresiona por su capilla recubierta de oro.

La prestigiosa Confitería Colombo es una auténtica institución desde 1894. La bonita planta superior, abierta hacia el piso bajo y coronada por una magnífica vidriera, se utiliza para banquetes de hasta 180 comensales. El nivel inferior también puede albergar banquetes para 170 personas.

El centro de Río cuenta con un pequeño aeropuerto, el Santos Dumont, en el que aterrizan algunos de los vuelos que conectan con Sao Paulo, así como otros vuelos nacionales y hacia países del Mercosur.

Junto a las pistas, el hotel Prodigy Santos Dumont, de cuatro estrellas, abrió hace siete años con 280 habitaciones dentro del Bossanova Mall. El edificio incluye un pequeño centro de convenciones con una sala panelable en seis, todas con vistas, y capacidad para 700 personas en teatro en la mayor configuración.

Cinco salas de apoyo de 30 m² cada una ejercen de complemento al otro lado del pasillo. Dos salas más completan la oferta de espacios.

Expomag es otro centro de convenciones inaugurado en 2017 que también se encuentra en el centro de Río. Cuenta con tres niveles, el primero de 5.000 m² destinados a ferias y exposiciones. El segundo piso alberga cuatro salas independientes de 120 m², hasta llegar al nivel superior donde está el gran hall de 2.400 m² como parte de un gran piso completamente panelable de 6.000 m².

Santa Teresa
El barrio más bohemio para los cariocas nace en el acueducto de Lapa. Algunos lo llaman el Montmartre brasileño y en él se desarrolla la vida noctuna que se aleja de la playa. Lapa es el núcleo de los sambódromos declinados como bares en los que locales y turistas se reúnen en torno a la música y las caipiriñas.

Algunas de las salas más míticas, como Río Scenario o Democráticos, esta última dotada de una pista de baile que no ha dejado de ser utilizada desde el siglo XIX, se pueden privatizar para grupos, siempre con la música en directo de fondo.

Las empinadas calles, muchas de ellas repletas de edificios decrépitos llamados a ser referencia de la hotelería más cool en algunos años, conducen a un oasis de lujo que pocos conocen: Vila Santa Teresa. La familia propietaria ha decidido acondicionar una de sus casas como hotel de siete habitaciones. Las vistas desde esta altura solo se pueden definir como espectaculares, por eso muchas empresas reservan el área de la piscina para sus eventos. La antigua discoteca permitirá en un futuro ofrecer un espacio cubierto para los días de lluvia.

Actualmente se organizan cócteles de hasta 300 invitados combinando el área de la piscina y el piso de recepción. En los jardines ya se han celebrado desfiles que se suman a las muy solicitadas pedidas de mano con Río de Janeiro a los pies.

El cerro Santa Teresa también alberga otro hotel boutique: el Santa Teresa MGallery dispone de 44 habitaciones y una sala para reuniones de hasta 120 asistentes. Las vistas también forman parte de sus atractivos. Como particularidad, el famoso tranvía de Santa Teresa puede ser privatizado para conducir al grupo hasta el centro de Río.

Bahía de Guanabara La historia de la ciudad comienza en esta bahía, que en enero de 1503 el navegante portugués Gaspar de Lemos confundió con la desembocadura de un río. El lugar quedó bautizado en ese momento como Río de Janeiro.

Son varios los espacios junto a las aguas de la bahía que se ofrecen para eventos. Muy cerca del aeropuerto Santos Dumont, Marina da Glória es un puerto deportivo y turístico que cuenta con un área cubierta de 5.000 m². El espacio exterior suma 14.000 m² rodeados de mar.

De aquí parten los barcos que realizan paseos por la bahía. El catamarán de Rio Boat Tour puede recibir hasta cien personas a bordo. En el interior no solo se celebran fiestas. Se pueden organizar presentaciones para 70 personas, ya que está dotado de dos pantallas. Los itinerarios se pueden adaptar al grupo, siendo el trayecto más clásico el que se acerca a la costa de Niterói durante el atardecer.

Junto a la actual terminal de cruceros, en un área completamente transformada para los Juegos Olímpicos de 2016, los antiguos almacenes del puerto han sido acondicionados como venues. Pier Mauá es un espacio de estética vanguardista e industrial cuya terraza del tercer piso incluye la vista sobre el puente Río-Niterói y el Museo del Mañana. El edificio Touring, que recibió a los primeros inmigrantes llegados a Brasil, hoy alberga cenas de gala de hasta 1.000 personas. Cuando termina la temporada de cruceros, un tercer hangar se utiliza para operaciones de hasta 3.000 personas.

El Museo del Mañana ya se ha convertido en un icono arquitectónico de Río. Diseñado por Santiago Calatrava, parece desafiar la ley de la gravedad con su diseño. El interior alberga una exposición que busca sensibilizar a los visitantes sobre el impacto de la actividad humana en el planeta y las opciones para contrarrestarlo. Uno de los laterales exteriores del museo se puede utilizar para eventos junto a la bahía.

En lo alto del Pan de Azúcar 150 personas pueden disfrutar de un cóctel en un espacio ya amueblado

El globo terráqueo que recibe a los visitantes en el vestíbulo se personaliza para cada acción, como gesto de bienvenida para una sesión en el auditorio de 372 plazas. Una sala llamada Observatorio, con vistas, puede recibir hasta 50 personas.

Pero, sin duda, el venue más exclusivo de la bahía de Guanabara es el Pan de Azúcar. El ascenso es ineludible en cualquier programa de incentivo, pero también son numerosos los congresos que celebran su cena de clausura en lo alto del macizo rocoso. Hay que contar en el presupuesto que todo tiene que subir por teleférico. En caso de organizar solo la visita, existe un acceso rápido para grupos y cada cabina puede recibir hasta 65 pasajeros.

La mayor infraestructura para eventos está en el primer cerro –Urca–. Un anfiteatro con cubierta retráctil puede recibir hasta 1.105 personas. Un espacio de restauración puede albergar cursos de preparación de caipiriña para cupos de hasta cien participantes.

Una vez recorrido el segundo tramo de teleférico que conduce a lo alto del Pan de Azúcar, 150 invitados pueden disfrutar de un cóctel al atardecer en el Clássico Sunset Club Urca. Ofrece la ventaja de estar completamente amueblado. También se organizan sesiones de yoga y desayunos al amanecer en grupos de hasta 60 personas.

Los paseos en helicóptero sobrevolando el Pan de Azúcar y el Cristo del Corcovado es otro clásico en programas de alto presupuesto. Tienen capacidad para seis pasajeros.

Para comidas o cenas de hasta 600 comensales con vistas hacia el Pan de Azúcar, Assador Rio’s es un restaurante en la playa de Flamingo que ofrece la típica barbacoa –churrasco– brasileña, que se sirve mediante distintas propuestas que los camareros van ofreciendo circulando entre las mesas.

Floresta de Tijuca

Tras un vasto proyecto de recuperación que erradicó las plantaciones de café que habían invadido buena parte del espacio, la floresta –bosque– de Tijuca es hoy el mayor parque urbano del mundo.

No solo es residencia del famoso Cristo de Corcovado, también alberga un venue muy utilizado para fiestas de clausura: en la Casa das Canoas se organizan desde hace cuarenta años banquetes de hasta 500 comensales rodeados de vegetación y el sonido del agua.

Especialmente llamativo en eventos nocturnos, ofrece la facilidad de poder recibir hasta seis autobuses en el estacionamiento.

El primer tren turístico de Sudamérica fue inaugurado en 1884 para ascender a lo alto del cerro Corcovado. De hecho es más antiguo que la imponente escultura que lo ha hecho famoso. El Cristo Redentor, inaugurado en 1971, es una estatua de 30 metros de altura, situada a 710 metros sobre el nivel del mar, que abraza la ciudad y la bahía de Guanabara.

Sobre ella ya se han proyectado logos de empresa y anunciado fechas de congresos. También se organizan cócteles en lo alto para grupos de hasta cien personas, aunque la cambiante climatología puede resultar difícil de sortear y siempre es recomendable contar con un segundo plan.

La floresta de Tijuca es uno de los espacios naturales cuya visita se suele incluir en los programas de incentivo. Dependiendo del lugar de alojamiento del grupo, se organizan excursiones de medio día que incluyen la exploración en 4×4 con caminatas entre la espesa vegetación.

Los días con más lluvia se extienden de septiembre a marzo, siendo el calor uno de los obstáculos a salvar en los meses de diciembre, enero y febrero, coincidiendo con el verano local. Mientras que de septiembre a noviembre se considera que es la temporada alta para grupos MICE, en los meses de abril a junio hay más disponibilidad, temperatura más agradable y mejores precios. El termómetro marca de promedio en el invierno carioca 18 grados.

En los primeros meses del año, coincidiendo con el verano local y el carnaval, la afluencia en la ciudad es mayor. No obstante, son numerosas las empresas que eligen la fiesta del carnaval para organizar sus incentivos. No solo se puede asistir a los desfiles de las escuelas de samba en el Sambódromo, también desfilar como parte de una escuela.

La experiencia es, sin duda, inolvidable. Las declinaciones de ella en un viaje de incentivo, también, ya sea en la Ciudad de la Samba, donde los participantes se preparan cada año, o en cualquier sede a la que trasladar la música, alegría y color que caracterizan cualquier momento asociado a la fiesta carioca más famosa.

Los habitantes de Río parecen siempre dispuestos a ir a la playa, hacer ejercicio y hablar de fútbol. Sin duda son las tres pasiones que gobiernan las emociones, pero también el marcado sentido de la hospitalidad de los cariocas. Asistir a un partido en el estadio Maracaná, donde también se pueden organizar eventos –tras una de las porterías–, permite tocar el alma de este ciudad hecha de mar y montañas donde no solo el Cristo Redentor abraza.


LA EXPERIENCIA DEL CARNAVAL

Cada escuela de samba representa a una comunidad y el desfile que se celebra con motivo del Carnaval es en realidad una competición en la que se gana principalmente prestigio. Cada escuela participante elige una temática y desarrolla las coreografías y decoración que presentarán en el Sambódromo, todos siguiendo un esquema predefinido que rige las partes que debe incluir cada prestación. El campeonato funciona como una liga deportiva, con escuelas que ascienden o descienden de categoría según la puntuación recibida.

En un programa de incentivo no puede faltar la experiencia del Carnaval, ya sea asistiendo en el Sambódromo a los desfiles, teniendo en cuenta que tienen lugar de noche y duran hasta las 5 o 6 de la mañana, o en la Ciudad de la Samba, un espacio municipal donde las diferentes escuelas se preparan.

Carnaval Experience ofrece la posibilidad de vivir la preparación en la misma Ciudad de la Samba, con talleres de creación de disfraces y sesiones de baile y percusión en grupos de hasta 30 personas. Se pueden crear circuitos para cupos más grandes (hasta 800 personas) cuyos participantes terminan encontrándose para su propio desfile final acompañados de música y caipiriñas antes de una feijoada en el mismo espacio (capacidad para 500 comensales).

Accede al contenido en la última edición de la revista PUNTO MICE:
www.puntomice.com/punto-mice-56.

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